domingo, 5 de septiembre de 2010

Taking the long way home



Me piace una barbaridad el skyline del Actur y Ranillas a estas horas de sol a medio gas. Las farolas, que poco pintan ya, quedan ensartadas entre una primera linea de combate arbóreo y los conductores duermen rodando todavía. A la par, sigue fluyendo el río como una vieja en su motocarro. 

Ver a la madre, mujer, y a la mujer, anciana, es un chiste más del repertorio universal. El padre no cuenta, si Freud no se equivocaba, éste sólo es un usurpador que se disculpará enseñándonos a montar en bici.
Nota al dorso: Agénciate una u olvidarás semejante legado. 


He recuperado el aroma del pan del día llegando en cajas de cartón al bar familiar; respirando su polvo urticante que alimenta como ya quisieran otros. Me ha costado llegar hasta la fuente, recorriendo sinápsis abotargadas en siesta que se defendían, eléctricamente, ante mi no programada presencia.

Luego ha tocado fantasear y perderse cotilleando las otras opciones del multiverso.
El "¿qué estarán haciendo mis otros yoes?".
El problema es que muchos de ellos también están paternalistas; mirándome a mí. ¡Cómo si yo necesitase atención!
En resumen: cuidamos de Jose.

Sólo son las ocho de la mañana.
Y aún tengo rememorantes las yemas de los dedos





"El olvido también es una forma de presencia. Presta una presencia propia a la aparente desaparición de lo olvidado" De la esencia de la verdad. Martin Heidegger

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