Noche bíblica, eso es lo que me ha tocado sin preaviso alguno.
Lo explicaré:
son noches que habrían cambiado el evangelio de cabo a rabo si el chulopiscinas de Jesús hubiese pasado por lo mismo.
Son noches de mujeres que te quieren follar -pero tú a ellas no- y de otras a las que prometes con todas tus fuerzas sexo eterno, pero huyen con media sonrisa de satisfacción
y media de martirio.
Una buena cura a la soberbia. Y me jode, ya que la soberbia es el pecado más cojonudo de todos; eso sí le dio tiempo a aprenderlo al chulopiscinas.
Pero poco después, sin salir de esa calle, mujeres que necesitan follarte como se suplica fruta fresca en la montaña, no saben pedirtelo; y claro, no se lo concedes. Eso sí, te llevas los presentes que te traen desde Damasco,
por eso de seguir pensando que eres un hombre que puede reinar.
Diez minutos después, liderando la marcha hacia la maitinada, localizas a otra mujer a la que acabas imponiéndole un orgasmo.
Por sorpresa, por las bravas y porque cuanto más me odio a mi mismo, más os necesito.
Lo dicho.
Noche de ponerse las alitas con broches y preguntar "dime cúal es tu elegida, Señor, que te la preño"...
De ahí que nunca me asciendan a semental; el vicio lo aprendí en el piso de abajo y el tabú es el chiste de Eugenio que sólo me hace gracia a mí.
De empalmada llego tarde a la cumbre de la ONU,
me siento en una silla que no me pertenece,
pido fuego a mi compañero de la izquierda (el africano que sólo rememora su vocación de jardinero)
y fumo. Como un rayo se me sube a las rodillas mi gato, Kowalski,
me choca los cinco y me susurra: "como a mi todos me caen igual de mal...
hoy tú decides los que pringan".
Y se duerme en mi regazo mientras me mordisquea el dedo.
Tacho las tres rayas siguientes de la pared de la celda y me duermo regalándole mi último pensamiento a mi abuela, a la que echo muchísimo de menos.
sábado, 30 de enero de 2010
viernes, 29 de enero de 2010
Nosotros atacamos primero
Había que convertirse en estrella
pintarse los labios, enseñar los hombros
...pero vimos que eso no tenía futuro
Así que vimos enloquecer nuestra infancia
en mundos imaginarios
para echar el cerrojazo poco después,
dejándonos las llaves dentro
y el gas puesto
y el gato ahogado en el platito de la leche
En el colegio
se nos llenó la boca de muerte
y el cerebro de velocidad,
pero poemas sueltos de maricas muertos y enterrados
nos hicieron divergentes;
inútiles
Ahora no somos hijos de nadie;
ahora pensamos a gritos
Pero cometimos un logro
fue crecer;
habría resultado insufrible
mantenernos ingenuos durante más tiempo
en el minúsculo primer mundo.
jueves, 28 de enero de 2010
Canción triste de Silent Hill
De improviso las nieves se me aparecen en sueños; saliendo de las entrañas de una misa, en forma de ventisca, de las que asesinan viejos y los devoran. Y me escudo en afrentas no resueltas; ni en términos arcaicos, ni con envalentonamientos de la raza.
La sabiduría del que se presiente despojo no me ayuda esta vez; me pillan las fuerzas fuera de mi casa, a expensas de horarios disolutos, de huevos podridos y acero toledano.
Pero el sueño se devora a sí mismo, como la Nada y Fantasía; el tejado de la casa sale volando junto con el ganado y los vecinos. Y me lo acabo tomando como algo personal.
Una vieja, acostada en mi lado de la cama, me sobresalta: " Lo romántico se configura cada vez que lo somos y cada vez que no lo somos. Intentar presenciarlo resulta frívolo, porque lo recordamos como una semilla que brota y lo recogemos como una calabaza cubierta de tierra".
Y dicho esto, me da la espalda y se queda profundamente dormida, la vieja.
Entonces te estoy sirviendo un café, porque mientras los otros camareros intentaban explicarte entre todos, yo he tomado la delantera; para pasarte desapercibido, seguramente.
Cuando para el asombro de toda una estirpe fálica, tras el primer sorbo de café, me aconsejas: "La liberación sexual se encuentra donde menos se enseña, en la masturbación, en una masturbación pública abierta y sana. Donde la excitación haga el papel de moral y/o educación. ¿Existe algo más sugerente en sociedad que una masturbación? Yo creo que no".
Y me siento orgulloso de ti.
Por listilla y por talentosa, en un mismo cuerpo.
Pero todo se difumina e imagino que tengo una vida ordenada, compañera de la causalidad; abro un ojo y os veo, otra vez a todos vosotros, fuera de mí.
Pero aún no lo he entendido, o mejor expresado: aún no he visto morir este poema. Así que me zambullo en todos los mares que conozco y me siento otra vez frente a mi celador, el que marca mis permisos y mis encierros, la mano que mece la orden.
Y me pregunta: ¿A qué teme usted?
Y me da la sensación de que esa pregunta me la sé.
"A no vivir nunca en el ahora, doctor.
Pero llamarlo temor me hace parecer un pusilánime;
y tampoco se trata de una obsesión...
eso me suena a pervertido.
.
La sabiduría del que se presiente despojo no me ayuda esta vez; me pillan las fuerzas fuera de mi casa, a expensas de horarios disolutos, de huevos podridos y acero toledano.
Pero el sueño se devora a sí mismo, como la Nada y Fantasía; el tejado de la casa sale volando junto con el ganado y los vecinos. Y me lo acabo tomando como algo personal.
Una vieja, acostada en mi lado de la cama, me sobresalta: " Lo romántico se configura cada vez que lo somos y cada vez que no lo somos. Intentar presenciarlo resulta frívolo, porque lo recordamos como una semilla que brota y lo recogemos como una calabaza cubierta de tierra".
Y dicho esto, me da la espalda y se queda profundamente dormida, la vieja.
Entonces te estoy sirviendo un café, porque mientras los otros camareros intentaban explicarte entre todos, yo he tomado la delantera; para pasarte desapercibido, seguramente.
Cuando para el asombro de toda una estirpe fálica, tras el primer sorbo de café, me aconsejas: "La liberación sexual se encuentra donde menos se enseña, en la masturbación, en una masturbación pública abierta y sana. Donde la excitación haga el papel de moral y/o educación. ¿Existe algo más sugerente en sociedad que una masturbación? Yo creo que no".
Y me siento orgulloso de ti.
Por listilla y por talentosa, en un mismo cuerpo.
Pero todo se difumina e imagino que tengo una vida ordenada, compañera de la causalidad; abro un ojo y os veo, otra vez a todos vosotros, fuera de mí.
Pero aún no lo he entendido, o mejor expresado: aún no he visto morir este poema. Así que me zambullo en todos los mares que conozco y me siento otra vez frente a mi celador, el que marca mis permisos y mis encierros, la mano que mece la orden.
Y me pregunta: ¿A qué teme usted?
Y me da la sensación de que esa pregunta me la sé.
"A no vivir nunca en el ahora, doctor.
Pero llamarlo temor me hace parecer un pusilánime;
y tampoco se trata de una obsesión...
eso me suena a pervertido.
Señor, el verdadero temor de cada día es a no volver a sentir mi cúspide".
domingo, 24 de enero de 2010
La vida es una enfermedad de transmisión sexual
Nunca elijo sabiamente y pocas veces conspiro, lo mío es decantarme;
girar el manillar, virar a la calle menos concurrida. Salvo al follar, allí es más una rendición: apostatar.
Nunca me paro a pensar nada por problemas de tiempo. Tiendo más al divagar o a achicar las aguas del océano. Y sin darle validez al mundo mental, porque los sentidos acaban escaqueándose del deber.
Siempre veo lo prehistórico en la gente, lo acelerado y lo instintivo; porque soy la medida de todas las mentiras y verdades.
Aunque en mi ofuscación perenne me impresiono con todos vosotros.
Siempre juego con miedo a entender las reglas; es la única manera de ganar siempre lo poco que implica el premio. Lo poco que implica el tiempo. Y el amor al tiempo.
Sólo en ocasiones perfectamente ingobernables se alza el día con una batuta luminiscente; sobre la que subyugamos el destrozo de nuestros pasos. Y con la polla bien dura salgo en pos del niño que fui, en tiempos que no me pertenecieron, para enseñársela y que sepa que el horror es una mala noche dentro de nuestras cabezas, y que todo lo demás es gospel y que los dioses nos escuchan y nos respetan.
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