lunes, 21 de diciembre de 2009

Y la fuerza impenitente del recuerdo



Desgrano Desgracia de Coetzee como un plato de temporada, alternándolo a ratos con un curso de perdedor (perdón, de parado), del aquí y el ahora. No conviene confundir los adverbios.

Y me malacostumbra maldecir la heterosexualidad que tanto me ha dado, los "me gustan mucho las barbas" y lo tontos que estamos todos, pero es que no me veo muy prometedor...si nos ponemos un poco quisquillosos.
¿Cómo puedo sentirme ya, un viejo salido a los 26?

Persigues a un transexual y te cuelgan sambenitos; eso siempre ha pasado, claro. Sólo que ahora la mojigatería se viste de wuau y flasssh y demás mierda de traca.
Los próximos pijos serán los camellos (¡o lo son ya!)

La verdad no quiero perder más tiempo con malabarismos entre ser un vicioso y un soso. Elijo carretera; intentando hacerme con víveres -esta vez que lo presiento, con algo de tiempo- en plena distopía amorrada al canalón in fraganti, que solía llegar hasta el mar, otrora.

Por favor, terminamé; dame la puntilla, la misericordia de la Edad Media (el navajazo en la nuca), dame descanso eterno...dátelo tú. Como se me cruce el cable a lo mejor me hago mayor: un tipo del que sólo veréis las marcas de los neumáticos en el asfalto.
O repón las baldas de arriba y déjame en la sección de licores, por si me roba una quinceañera tonta y flipada como lo fuiste tú.

...traedme un pollo de alzheimer que me he dejado todo lo bueno atrás.



"Para los demás eres Verónika Lake. Para mí eres Lynn Margaret Bracken"
L.A Confidential