lunes, 4 de enero de 2010

No existe la protección de testigos



"Está muy cansado, ¿verdad?", y me desperté con esas palabras en un restaurante chino vacío, con la comida delante (o la cena, o el desayuno).
Salí a la calle con aquel tierno despertar escribiéndose en cada célula; ellas lo creyeron de verdad y yo lo entendí así de tarde.

He alisado mis músculos hasta que se confunden con juguetes de plástico; ni rastro de vitaminas, ni fibra, ni...
Pero aún conservo intacta la percepción: aún capturo toda la gama de colores y brillos. Sabiendo que tengo todas las de perder frente a la no renovación de las sinapsis.
Quizás seré el último en percibir lo que hay; el último tipo despierto.

Y ando en busca de misticismo, claro; ya sea entre ballenas o en un pueblo de la Polonia post-comunista: un entorno no valido para la publicidad, ahí debe haber algún dios.
¿Creyente? No, únicamente harto de estar de espaldas. A la ciencia, a la civilización y a la ternura.

A. me avisa, que ésto se pasa, pero me temo que no veo tan claro que seamos rompeolas del tiempo, sino piedras que parece que se mueven en los desiertos. O basura espacial soñando con abrir un agujero en la MIR.

En cualquier caso, tengo claro que "lo que nos hace más fuertes, nos mata".