sábado, 29 de octubre de 2011
¡Tú, aguántame!
Ciento setenta momentos de lucidez en el baño a oscuras, en forma de blog.
Algo que no me esperaba el día que dije en TVE -época de puto esclavo-, "tú, me voy a hacer un cuaderno de bitácora"...no, es broma, en aquella época ya no se decía semejante cursilería...
Y la culpa de todo la tuvo Rubén Lardín. Con "Imbecil y desnudo". ¡Qué cabrón! ¡Qué librazo, o blog, o lo que sea! B. devuélvemelo o te lo regalo, a mí no me provoques...más.
Así que me puse a decir paridas yo también, más o menos autoreferenciales, ya que tenía que llenar mucho tiempo libre y mucho tiempo sin nadie. Como las tonterías de psicópata y mal perdedor con J. que ahora me hacen mucha gracia.
Pero claro, los años pasaban, los dolores cambiaban, se mezclaban con chorreos de euforia masculina y aquello ya no tenía ni padre ni madre. Así que le puse musiquita a todo el asunto y todo se volvió muy multimedia (yuhu!).
Con el tiempo aprendí a etiquetar los derrames cerebrales y pensé que a lo mejor yo funcionaba en géneros (y todo) ...y hubo gran regocijo.
Y así pizca a pizca hasta que dos pivones de La Naranja Mecánica te daban la posibilidad, querido lector, de tomar dosis aleatorias de mi estupidez (había alcanzado, finalmente, el formato que pegaba con mis bonitos ojos).
-Y aquí llegamos a un punto estructural delicioso-
¡Redios... no había lectores!
Sí, estaba el bueno de L. que siempre me vio resultón y bigardo; arengando desde la trinchera...y hasta se metió en el mismo pozo ciego, el tío capuyo.
Y estaban amiguetes que venían buscando las fotos guarrillas que de vez en cuando les daba, así en poco, al principio gratis y "tranqui que ya me pagarás cuando puedas"...
Y alguien más entró, pero creo que sólo quería que le activara la máquina de tabaco.
Y yo, que me crezco en lo peor -algo terrible, porque así no se remedia nada-, me decía " para qué ciento y pico mensajes en cada post, con lo que la gente se repite".
¡Y oye, que no me leen mujeres! ¿Será esto ser un misógino? Eso si sería para no echar gota y mear.
Pues ya sé que hacer, dejaré los pitorreos, el darme ínfulas y la mala leche e intentaré explicar mis sentimientos, los de verdad, sin trampa ni trampón. Todo a la cara. Y que digan luego si osan, "no es que el tipo tenía un blog...de viajes, creo". Pues no, cojones; yo tenía un blog bonito.
Y ponía lo que da gusto y lo que escuece. Como aquella vez que casi lo dejo (¡ay, que lagrimones!) con "lo juro, yo aquí no vuelvo...me hago un blog de obviedades en Público y a vivir a lo grande"...para volver con la cabeza gacha y con ganas de roce al cabo de un mes. Arrastrado que es uno.
Lo dicho, que como dijo un Marx, "el secreto del éxito se encuentra en la sinceridad y la honestidad. Si eres capaz de simular eso, lo tienes hecho".
domingo, 23 de octubre de 2011
Principiantes in da house!
El humo sigue siendo un alimento exquisito y si tiene que matarme es algo que puedo aceptar, por ahora. Como la revolución que nunca se acaba de producir,
como el deseo interminable de malvestirla con las sábanas de mi cama y vaciar una botella de vino sobre su lengua.
Si todo ha de quedar suspendido en vida, que así sea.
Si lo que hay es lo que ponga de mi bolsillo tocamos a muy poco.
Porque yo fui quién confió en la narración como origen del universo, en el sinsentido dado al sentido... yo me arrodillé todas y cada una de las noches maravillado de esa religión primigenia que es contar las historias que nos hacen grandiosos adictos.
Como el relato de ese jadeo indocumentado mientras paseo con Django por una calle que no me conoce.
O la necesidad de no acabar una novela porque lo que yo deseo es robar para mi vida lo que escriba.
Y si una chica canta cerca mío me vas a ver llorar; por ser, ya, mayor y presentir lo efímero.
Y si una chica elige, bueno, si es a mí puede prepararse para lo mejor. No la voy a dejar como cuando la encontré.
Me ducho y me visto con mis mejores ropas justo antes de echarme a dormir.
Porque prefiero que me lea ella, desnuda, curiosa... impertinente; a tener que arrastrarme por toda la lógica de permanencia de esta especie, cobarde, ingrata y sin deseo de victoria.
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