viernes, 4 de junio de 2010

Revisionando a los clásicos I: Lone Star




- ¿Vais a casaros?
- Puede.
- ¿Conoces a su familia? ¿No les importará que seas blanco?
- Su familia cree que una mujer mayor de 30 años que no se ha casado debe ser lesbiana...estarán contentos de que yo sea un hombre.
- Reconforta ver como un prejuicio queda superado por otro aún mayor.


John Sayles es escritor, guionista y director de cine independiente. Y Lone Star es la primera película suya que he visto. La peli es bastante desconocida, del 96; época de horas en el videoclub, donde siempre la tuve en mis manos por el enfermizo atractivo de su carátula.

Han tenido que pasar catorce años.

Por detrás, junto a una sinopsis imposible de adelantar, un tío del New York Times la define como "absorbente". Bueno, sí, es exactamente eso.
Te mantiene pegado a las historias de los"espaldas mojadas" que cruzan la frontera para convertirse en su propia competencia y que acaban volviendo a casa porque han hecho pasta suficiente, te mantiene atrapado con la sabiduría de la primera linea fronteriza de los EE.UU, tejanos orgullosos que poco tienen que ver con el tópico redneck que necesitamos suponer y también a los negros; envuelto uno de ellos en la negación al "victimismo" de los suyos que se come una buena ración de sentido común y familiar.

Y no es el carácter impreso por Sayles a esos grupos lo que importa, sino que minuto a minuto vas comprobando hasta que punto todo está interconectado. Todos forman una comunidad cohesionada a través de sus demonios: los lazos familiares, la ley o la ausencia de ella, la corrupción (o quizás el reparto justo entre los supervivientes) que desarrolla la historia del Condado de Río, también llamado el Estado de la Estrella Solitaria (lo dicho, primera linea en el mundo real). John Sayles no denuncia el pasado, no intenta hacer cine reivindicativo; Sayles pare un peliculón social; en el que lo que importa es el presente de la comunidad donde todos y cada uno de los personajes mejoran al conjunto.

Pero, por encima de todo lo demás, resulta fascinante cruzarse con una historia tan cuidadosamente contada que cada escena posterior supera en fuerza, contexto, claridad y humanidad a la anterior.
Aquí no hay trucos, no hay mecanismos, sólo la constante duda sobre la validez de nuestros prejuicios y la fortuna de comprender, a mitad de metraje, que se nos quiere enseñar con un regalo y no con un éxtasis trágico de los tiempos de Sófocles.

Mi padre, cuando yo era niño, solía decirme que nosotros cometeremos los mismos errores que cometieron ellos; pero, por lo que he logrado entender, eso no ocurrirá...sino que cometeremos los mismos aciertos que cometieron ellos.


P.D: Queda inaugurada una nueva sección de crítica a las películas que me apetezca y que a lo mejor acaba con ésta.

2 comentarios:

  1. Bueno J. A. he de reconocer que la frase en la que apelas a tu padre... me ha conmovido.

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  2. últimamente estás de un vaginal...

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