Primero unas imágenes.
- Un tipo cualquiera curra a la vuelta de la esquina vigilando un parking desde una casetilla donde volverse loco debe resultar muy fácil.
- Dos tios, camino a casa, comentan que Juan se ha ido, con una "piba", sin decir nada.
- Se cruzan en mi camino unas veinte chicas y todas se parecen entre sí, y no creo que les importe.
- Otras chicas pasean de la mano y con mi ojo de cerradura veo que una tiene dudas.
- Nadie sonríe tan temprano.
Y ahora lo mío.
Recorrer la ciudad es algo feo de cojones. Significa hacer sangre de cualquier encuentro, ya que mirar con nostalgia los fotomatones o emborracharse en cualquier barra es de un rutinario que tira de espaldas; lo mejor será inundar el valle y achicar la corrala.
Poner la puerta cada día en su sitio ha sobrepasado la metáfora de la roca y la cueva, y ya no sacia ninguna sutileza; todo es ya tan concreto que da pena y aburre. No recuerdo la última vez que jugué con las palabras, y no he visto por la calle ni una sola intervención artística-urbana de esas tan de moda.
Nos han timado a todos; sólo queda beber, follar, abrazarse cuando hay más gente delante y llenar el feisbuc de inquietudes de mierda.
Como dijo el protagonista de una peli el otro día, "me da igual vivir o morir".
Y, añado, me importa muy poco lo encontrado.
domingo, 18 de abril de 2010
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sí, es una puta mierda, lo sé y me alegro; vienen en grupo y me vendo fácil. Me apunto que debo algo pastoril o que rime en consonante.
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