lunes, 11 de enero de 2010

Una puerta inmensa

Un nuevo día, de una nueva semana, y un nuevo aniversario, ¿se alzará sobre hombros de gigantes, o se clavará en la tierra como el diablo de Tasmania una de cada tres veces?

Ya va siendo hora de entrar en las agendas, ¿verdad? Pero queda una elección ¿la concordia frente a la copa de vino que nunca apetece del todo, o montar un atentado pornográfico para las West End Girls?
No hay prisa, ¿o es el momento de hacer un salto del ángel sobre el río repleto de peste química y desatascos de pocería?

De crío leí "Vania el forzudo", un chaval de las estepas que alcanzaba la fuerza trás hacer el vago siete años comiendo sólo pipas de girasol junto a la chimenea. Los de Barco de Vapor revisitaban Edipo Rey, pero versión rusa y sin padres ni madres...sólo Vania y el zar; o Vania vs. zar; según preferencias.
¿Me habré preparado como Vania para derrocar al Imperio e imponer mi propio reino de terror, o sólo he sido un vago durante más de un lustro que ha comido pipas frente a la chimenea?

Lo que si está claro es que allá donde pongas el pie: ármate de valor, porque alguien lo va a desear; no hay nada que nos excite más que el robo, la apropiación indebida (que me parece un título cojonudo para la novela que nunca escribiré, o para la obra que quizás sólo esté dictada). Y no es que debamos compadecernos del desvalijado, todo lo contrario, admiramos la victoria; aunque sea un estado mental...¿o era social?

Sólo un planteamiento más, ¿será capaz Hamlet de salir de debajo de la cama y jugar con Ofelia a esos juegos nocturnos cerca del río, o madrugará para matar al cabrón de Claudio y sentarse en el trono del éxito del que moja todas las bragas del reino?

Disolvamos la duda y entreguémonos en cuerpo y alma al arcano arte del despiste, actividad para la que no me torturará no tener memoria.
Y el consejo de hoy: Jugar con chicas es el juego de los chicos; me lo dijo una chica cuasiespecial, pero creo que se esforzaba en decir lo contrario... ¡cómo si los contrarios existiesen!



1 comentario:

  1. Diciembre es esta imagen
    de la lluvia cayendo con rumor de tren,
    con un olor difuso a carbonilla y campo.
    Diciembre es un jardín, es una plaza
    hundida en la ciudad,
    al final de una noche,
    y la visión en fuga de unos soportales.

    Y los ojos inmensos
    —tizones agrandados—
    en la cara morena de una cría
    temblando igual que un gorrión mojado.
    En la mano sostiene unos zapatos rojos,
    elegantes, flamantes como un pájaro exótico.

    El cielo es negro y gris
    y rosa en sus extremos,
    la luz de las farolas un resto amarillento.
    Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
    innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos*.
    J. GIL DE BIEDMA

    * Viene el viejo unicornio a la ciudad.
    Ha sobrevivido a Lao Tse,
    ha cruzado los campos inclinados de té,
    aplastado a los topos fosforescentes,
    demolido los túneles y las falsas promesas,
    y se ha jodido a tres cebras por el camino
    que quizá merecían morir más que las otras.
    Está olisqueando la orina del callejón
    buscando alguna clase de elixir occidental.

    Nosotros, coronados por dos cuernos de pelo,
    le estamos observando.
    Tiene una coraza de carne noble
    como el carpaccio,
    y es bizco como una pescatera.
    A base de creer que siempre huye
    ningun cazador le toma en serio.
    Nos ha visto el pelo despeinado,
    los dos cuernos,
    y nos ha bautizado
    como los dos mejores rifles de la tierra.

    LUIS

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