jueves, 13 de diciembre de 2012
No confundas final con desenlace
Dos Mil Doce (DMD) ha sido en términos creativos una papa arrugá, sin chimichurri, ajolio, ni aliño decente alguno. Si a ésto le sumamos que no coincidí con la primavera tenemos un año abrupto pero ligero, del género "sopetón"; mis 29 años al vapor o "el año que no vivimos peligrosamente".
Sólo diez entradas escritas en este tugurio literario, y ninguna particularmente buena. Así que el proceso de disolución dictamina dos años más de actividad bloguera, con la mitad de actividad cada año hasta llegar a cero. ¿Una muerte anunciada? Au contraire. La mediocridad prevalece siempre.
Y todo esto lo sé por contraste con 2011; claro que, por aquel entonces, respiraba con dificultad y escribir, lo que se dice escribir, pues cuarto y mitad como mucho. Pero fue mi último año fértil. Todos los órganos de mi cuerpo guardan fotos de aquel año.
Aunque claro, todo hay que decirlo, me salía del pellejo; casi tanto como en 2009 (aquello sí fue un despropósito maravilloso, un lanzarse en pos de una extinción ideada por los Monty Phyton).
El caso es que el año que nos compete ha sido un año de finalización, de fin de ciclo; de ultimar el equipaje, subirse en la maleta para cerrarla y luego que te de igual que te la extravíen en el aeropuerto. Este año bisagra integra una cruda realidad: no soy dueño de mis actos, sólo de mis reacciones.
De repente me tratan de usted, me dan teléfono de empresa y me da por volver a casa. Y se oyen las risas enlatadas, claro. Lo que no sabíamos cuando empezamos es "quién haría qué".
Mirar al sol fijamente, oir crecer la hierba, tomar algo con los envejecidos.
Ya ni el perro me respeta. Acostumbrado a moverse entre basura punk y falafeles, me mira embutido en mi abrigo de usuario del AVE y no se cree lo que ve. Puedo leer en sus ojos, "tío, haciendo esto la familia no va a aumentar" y puede que no le falte razón; pero esto es Zaragoza, pequeño; es aquí donde yo fui cachorro y sé colocarme bien perfumado a favor del cierzo.
¡Dame todo lo que lleves o te pincho, 2013!
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No se fustigue tanto señor.
ResponderEliminarAunque django o yango (todavía no he tenido oportunidad de verle el collar a tu dueño) tiene razón. Te has vuelto un marica. Pero encima de los de perfume barato. De esos que los compras por pintas y te dejan un olor a hooligan irlandés en plena pubertad. Lo que hay que preguntarse es quién ha sobrevivido a eso. De un tiempo a esta parte mi calzado predilecto para los fines de semana ha sido las pantuflas. Es lo que hay.
D.
Tranquilo Malclown... los vicios viejos no se van ni con aguarras... los tienes guardados en crisálidas y colgados del perchero de tu casa de cachorro...
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