Trabajo con cloroformo y anfeta, y transportando esquirlas de vidrio bajo los párpados, con mi acidez perenne en el esófago y sacando del coma emociones traspapeladas que pican como el demonio.
De tanto manosear mis valores los he aprehendido con más fanatismo que un cacique.
Y mi latifundio está yermo, sí, pero por fin me acompañan mil especies animales junto al estanque, cada agonía del día.
Queriendo bañar en jade líquido y forrar de brisa pirenaica a aquella que me baila un privado con un niño okupa en sus entrañas.
Y ya que se imbrican los días unos sobre otros, apoyándose en las partes más dolorosas e inmaduras
... sé que no me gusta sentirme en proceso de disolución, aunque sin cuidado puedo andar tranquilo; estoy perdiendo la partida.
Por cosas como esta, he decidido que te mataré con las llagas de mi fé todos los días de mi vida, y aunque te lama las heridas de tu mirada, porque te quiero cadaver nostálgico bajo mi cama, jamás sabrás cuál es el santo y seña de mi manada.
lunes, 1 de febrero de 2010
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