Si hago memoria, me doy cuenta de que siempre he sido preso de las subordinadas explicativas.
Es una pena.
Como tantas otras cosas que me esfuerzo en poseer y acabo perdiéndolas, y sin sentir que haya fracasado. Porque si valgo para alguna puta cosa es para no abandonar ni un sólo día, ni uno; si muero ayer o mañana, habrá sido por no dormir en la vida. Y si no he hecho cien cosas es porque me costó hacer una. Y no habrá pizca de arrepentimiento, porque tal cosa no existe; lo que habrá será un millar de escritos inacabados, anónimos, apopléjicos; míos.
Es una suerte.
Ante los días no existe cobijo como no hay amor en los días laborables. El mundo es un fraude lleno de buenas intenciones. Y si puedo captar algo en cada mirada en la que me encharco, lo que se vislumbra es súplica. Como si los ruegos detuvieran a los meteoros decisivos.
Duerme todo lo que quieras, gato, si hubieses nacido morsa también estarías durmiendo; sólo los humanos perdemos el sueño.
Y no sé si es una suerte o una pena.

No hay comentarios:
Publicar un comentario