lunes, 9 de noviembre de 2009

¿Escueces o enriqueces?

Tengo un gatico al lado, absorto en el humo de mi cigarro, y de fondo suenan los Kinks. Es decir, que estoy esperando que amanezca el martes, con el cuerpo y la cabeza todavía en el lunes, de una forma muy prometedora.
Si hago memoria, me doy cuenta de que siempre he sido preso de las subordinadas explicativas.
Es una pena.

Como tantas otras cosas que me esfuerzo en poseer y acabo perdiéndolas, y sin sentir que haya fracasado. Porque si valgo para alguna puta cosa es para no abandonar ni un sólo día, ni uno; si muero ayer o mañana, habrá sido por no dormir en la vida. Y si no he hecho cien cosas es porque me costó hacer una. Y no habrá pizca de arrepentimiento, porque tal cosa no existe; lo que habrá será un millar de escritos inacabados, anónimos, apopléjicos; míos.
Es una suerte.

Ante los días no existe cobijo como no hay amor en los días laborables. El mundo es un fraude lleno de buenas intenciones. Y si puedo captar algo en cada mirada en la que me encharco, lo que se vislumbra es súplica. Como si los ruegos detuvieran a los meteoros decisivos.

Duerme todo lo que quieras, gato, si hubieses nacido morsa también estarías durmiendo; sólo los humanos perdemos el sueño.
Y no sé si es una suerte o una pena.


No hay comentarios:

Publicar un comentario