jueves, 8 de octubre de 2009

Un detective indiferente I: Pidiéndolo a gritos


Hernán fuma mientras limpia su silla de ruedas en el garaje. Un cubo, una esponja, jabón y un paquete de cigarrillos.
Más o menos, dedica la tarde entera el día que se pone a ello, a limpiar su silla.
Luego se tumba a ver la televisión o llama a algún amigo e intenta convencerlo para que venga a casa a hacerle algo de comer. Eso suele hacer en días como este.

Pero hoy no es uno de esos días.
Hernán se ha quedado inmovil, mientras el jabón se escurre por los radios.
Acciona la puerta del garaje y, a medida que se abre, puede ver los zapatos negros de alguien, un pantalón de pinza oscuro, un traje a juego, el principio de una corbata.
La puerta se detiene justo en la barbilla del desconocido. Se oye a los niños jugar en la calle.

- ¿Ha traido algo para cenar?, suelta Hernán desde el suelo.



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