En otro orden de cosas... la convivencia en la capital con tamaño número de cretinos, despojos, proyectos de calientacoños y demás "melocos" resulta desquiciante. Lo único que lo hace llevadero es empujar de vez en cuando a uno a las vías del metro.
¡Y no veas los aplausos entusiastas de las parejas de testigos de Jehova!
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