jueves, 11 de septiembre de 2014

Dura lex sed lex



Canalizar el frotar de grillos en cauce caluroso,
ser una piedra que eligió quedarse.
¡Qué va, ser dejado caer de la mano que prestaba alivio!
Y la gravedad como existencia en este machair.
Caen las noches y las estrellas besadoras
vuelven a erigirse como jurado.

Se filtran los líquidos de hoy en la tierra;
ésta los bebe para afrontar su sed.
Y mientras tanto chillan las alimañas:
el pánico es comunión,
las pieles se acartonan de frío y,
para cuando haya consenso,
no quedará tiempo
para las viejas necesidades de los cuerpos.

La muerte no te da ningún valor, no te ofrece el descanso siquiera,
morir es hacer soñar a los vivos con la cerradura de nuestros ojos muertos.

La carcel debe explotar
El miedo debe matarse a carcajadas
Hay que abandonar a los niños
E ignorar a los viejos.

Es ley.

El futuro es el enemigo,
el dios que no nos quiere,
que alimentamos con nuestras esperanzas.
Cuando debemos alimentarlo con nuestro cansancio;   
y así, será partícipe de nuestra culpa.









jueves, 17 de julio de 2014

Para matarme hay que dispararme a la cabeza


Me disponía a ello. A mezclarlo todo y no entender nada. Quería rezar al vacío para oír mi voz y, mediante la prosodia, volverme un seductor sonoro; como esa voz de carretera y limpiaparabrisas. Y un coro de mujeres fantásticas para esta canción. Hacer bailar a los críos y esas cosas, ya sabéis.

Y desperté de un buen sueño que duró un verano. Mis hermanos también despertaron y no les fue mejor que a mí. Pero entre hermanos nadie se preocupa del resto, eso es lo que más echo de menos por ser hijo único.

No era así tampoco, vale. Habría de todo lo que nos gusta, quizás por turnos o en orden como en la Administración. Pero estaba muy lejos de aquello, por abrir los ojos y tratar de enfocar. El despertar es grandioso aunque amanezcas en prisión tras dejar el sueño de libertad. El despertar es orgulloso y, joder, el orgullo me sabe a solomillo y margaritas a la brasa.
 Pero en la realidad nada estaba siendo como acostumbraba. Lo cual es necesariamente bueno, por supuesto.

Me dispuse a disfrutar, a bailar el día. ¡Ay, esta vida! ¡Qué ingeniosa que es la marrana! Sabe Dios que me río hasta pederme, como poco. Alguien, mientras, está preparando unos copazos, con tanto hielo como sed traigo. Luego, lo de siempre, el "¿qué piso es?" que suelta alguien antes de decidir beber en la calle. La animalidad es un recuerdo por el que brindar.




Y notas las eróticas vibraciones en el suelo de un andar rompedor. Comienza el baile del cuello, escudriñando la ciudad en busca de la dueña de esas pisadas. Se detiene el mundo y la ves, y las arterias empiezan a sudar, subimos el termostato de la ingle y comienza la persecución hasta su posición. Y, en cuanto hay contacto visual, comienza la danza conversacional:

- Mira, mira, me muevo en todas las direcciones

- He visto eso toda mi vida y es la mar de aburrido

- Espera, deja que te ponga aquí, con la luna llena detrás tuyo como si fuese una pamela asteroidal

- Esto resulta, cuando menos, patético, cariño

- Conmigo nunca te faltará un plato de macarrones con queso, te lo juro

- Te he visto hacer todo ésto hace un momento, se lo hacías a aquella otra chica

- No querré más a nuestros hijos que a ti, simplemente será de una forma algo diferente

- No hablas de amarnos...

- Sí, lo hablo

- Hablas por hablar

- ...Amarnos con todo el cuerpo

- Creo que eres mono, pero no vamos a irnos juntos

- ¡Y nadie lo hará desde ahora, porque todos trabajan para mí!

La situación. Hay dioses presenciando las situaciones, ¿o qué os creíais? Además siempre pueden bombardear la ciudad al amanecer; mejor que cuando ocurra estemos lejos y juntos.


martes, 24 de junio de 2014

Protesta violenta contra la vida lenta




De adolescente vi a Marcel Marceau actuando en Zaragoza. Tenía la peor butaca del teatro: estaba en el gallinero en un lateral y con una columna delante que me obligó a ver la obra de pie abrazado a ella. La entrada más barata. Estaba solo; también por aquel entonces.

Aún recuerdo a aquel tipo, sólo, en el escenario vacío, interpretando a más de diez personajes a la vez, en lo que se suponía era la casa de Marceau. Sólo con mímica conseguía que supieses, en cada momento, quien era cada personaje...ni siquiera llevaba atrezzo de refuerzo. No podías perder la atención; Marceau sonreía a todos los invitados, atendía todas las necesidades, abría constantemente la puerta y contabas la gente que había en la habitación con cada apretón de manos. Por extraño que parezca, llegabas a sentir el agobio de la multitud, la frustración de Marceau cuando se entregaba y perdía.
El mimo acababa fuera de su propia fiesta, sentado en el rellano, solo, harto de tanta pollez social. Sin indicio de derrota se ponía de pie, cogía aire exageradamente y entraba de nuevo saltando y gritando como si estuviese en una rave, agarraba a algún invitado y bailaban un tango lisérgico, luego abrazaba, reía a carcajadas y se acababa marchando toda la escena al fondo del escenario hasta cruzar el telón; todo hecho por un viejo enjuto con la cara de blanco y nada más.

Era conmovedor, tenía tantas sublecturas aquel simple mimo en escena que abrumaba; creo que a eso lo llaman "sublimación" en la tragedia y si se opina que no es así a Marcel y a mí nos la bufa.
Porque claro, Marceau es un mimo, y el clown es la existencia trágica de la vida y su vehículo es el humor. Quien no sabe que tragedia y humor van de la mano...mal.
En conclusión, yo forjé mi clown por Marcel Marceau.

El clown está íntimamente relacionado con la sensualidad, con el presente continuo. Es el ser contra el mundo: quiere su respeto, su admiración, necesita su risa. Y es trágico porque el público no va a darle nada más.
El clown es experimentación, es adicción. Y uno de los pilares en los que considero se sustenta el arte.

En España, tuvimos a Charlie Rivel. Un payaso mundialmente famoso del que, hasta hace poco, se desconocían algunos turbios detalles de su vida: que triunfó por la fama del clan formado por su padre al que luego le quiso arrebatar el valioso apellido para los de su propia estirpe; su apego al nazismo hasta conseguir ser el payaso predilecto de Hitler o el acercamiento a Franco cuando huía de las represalias francesas tras la contienda.
A veces se piensa que la derecha no tiene artistas de renombre, bueno, ahí queda Charlie, un clown de toma pan y moja:

- Durante una actuación, Rivel no podía empezar su número, un niño pequeño lloraba asustado y todo el público estaba pendiente del pánico que, aquel payaso -que hay que reconocer daba bastante mal rollo-, causaba al chico.
Rivel se acercó y fue a acariciarle la cabeza, lo que provocó que el niño se asustará mucho más. La imagen era graciosa para el público que consideraba aquello un "espectáculo" y Rivel dio un golpe de efecto en contra de una de las máximas del clown, "si funciona, continúa, reitera, acumula" (aún recuerdo al clown Andrés del Bosque subido a una silla con cara de memo y medio segundo después amenazándonos con la misma silla en ristre sobre su cabeza y consiguiendo el descojono general).
Rivel sólo lo hizo para dejar bien claro lo lejos que está el espectáculo del arte.

Charlie se fue al centro de la pista y sentado empezó a llorar también. Las risas se diluyeron. El efecto poco después fue que el niño entró en shock; "aquel monstruo se expresaba igual que él", un niño entendía que su propio miedo entristecía a aquel tipo raro; y cuando Rivel se acercó al niño ya calmado, éste le ofreció su chupete al payaso.
Ese chupete se guarda en el Museo Charlie Rivel de Cubellas y expresa bastante bien la lucha anarquista del payaso (sí, anarquista y payaso oficial del nazismo, qué pasa), cualesquiera sean las inclinaciones "empresariales" de su portador; ese chupete es la única conquista que puede permitirse el individuo: la fraternidad.

El clown que saqué (porque el clown se saca, claro) era terrible: se lesiona físicamente con el amor, roda por el suelo cuando se bloquea y guiña ortopédicamente el ojo al público. Cuando habla pone pose de sabihondo y acaba justo después las sentencias prometedoras con "blablablabla..." para acabar gritando "BLABLABLÁ" y cuando mira el reloj se enfada de lo lento que pasa el tiempo y se echa a dormir lejos de casa.

Dejé el clown cuando ya me sabía las risas de los de siempre, pero me resurje cuando conozco a alguien de nuevas. Soy un yonki de vuestras risas, y es una actitud que no me infravalora jamás. No sé qué es lo que tiene ese sonido gutural y esas cabezas inclinadas, unas hacia atrás, otras precipitadas hacia adelante; pero disparan las alertas de todos los censores, todos fijan sus miradas en las pantallas donde salís partiéndoos el culo y hacen zoom sobre el elemento transgresor, y mirándolos de reojo les levanto mi dedo corazón.
Abrir las puertas es mi vocación.
 
Marcel Marceau murió en septiembre de 2007, en la localidad francesa de Cahors, en los Midi-Pyrénées, en la región de Occitania. En Cahors, con apenas 20.000 habitantes ganó el No a la Constitución Europea, 
y en las elecciones de 2004 el Frente Nacional no presentó candidatos en los cantones que forman la zona, los socialistas, comunistas y radicales obtuvieron el 57,9% de los votos, la derecha tradicional el 34,8%, y el resto se repartió entre candidatos de extrema izquierda y verdes que no concurrían en todos los cantones. Un payaso, claro.






viernes, 2 de mayo de 2014

Te echarán de menos




Al escritorzuelo de paridas Malclown aka Jou Seff aka FollaviejasCarlistas le han dado repetidas veces con un ladrillo en los dientes esta pasada madrugada. Ha resultado muerto; y quieto; por fin.
El cadáver mostraba una sonrisa sin dientes. En su lugar, el asesino había puesto trocitos de cigarro y usado las partes de los filtros a modo de palas. Nos hemos reído al verlo, las cosas como son.

El informe de la autopsia afirma que se le pasó el dolor de las sinapsis en los últimos tiempos ("por fin... soy incapaz de sentir nada", gritó un par de veces en una gasolinera en Noche Vieja)

Por lo que cuentan los allegados a la víctima, tras aquel descubrimiento se introdujo en una vorágine de excesos... aunque todos bastante blandos, todo sea dicho: cenaba fuera muchas veces, iba al cine cada quince días o así; y aunque seguía comprando de segunda mano en los rastros de yonkas, ya no cogía los zarrios más miserables.

Los viejos del pueblo hasta le volvían a dirigir la palabra. "A ver, ese chaval majo no era, lo que pasa es que venía una y otra vez y lo tenías que aguantar sí o sí", comenta uno de los que le conocían mejor.

Contrariamente a lo que uno creería, aquella vida inane no le impedía ir a trabajar cada día bien vestido (dentro de sus posibilidades, claro) y aguantar, día tras día, la vida de Sísifo.

Sísifo era un latin king que conoció en el barrio madrileño de Lavapiés, éste cogió un curro de relaciones públicas de una sala y murió de frió en la calle mientras intentaba llenar un paquete vacío, con los pitis que iba pidiendo...Fue el único latin king no momificado en pose macarra con ametralladoras.

Testigos oculares afirman que Malclown olía "demasiado bien últimamente; no tanto como huele uno después de follar...pero, bueno, no estaba mal". Supuestamente, las primeras pesquisas apuntaban a que el muerto estaba intentando cambiar su vida de raíz: las facturas de la mansión que se alquiló, las continuas multas de tráfico, el incontestable devenir en John Turturro; era como si la zafiedad de la gris vida cotidiana fuese la experiencia definitiva para el tío.

Ya ni escribía poemas de amor a la Virgen. "Sólo repetía datos de déficit, de inversión pública (jajajajaja) o de desdoblamientos de carreteras", comenta el dueño del ultramarinos chino donde solía adquirir papel del culo y condones ("jajajajaja", añade el entrevistado).

Los hechos, aún sin esclarecer, son investigados por la policía del barrio que afirma, a través de su portavoz Emiliano Lambea -no confundir con el empresario de gasolineras, con quien no guarda relación más allá de ser otro hijo de...-, que "no tenemos efectivos suficientes para acometer este caso como mereciera, échenle la culpa al Gobierno...es probable que se suicidara... como era medio maricón y del PP"

Es un día muy triste para el mundo del Arte; ha muerto Bob Hoskins. Nuestro reconocimiento infinito y parafraseándole en su obra cumbre:

- Estoy harto de tortas, y recibir derrotas; te voy a dar un puntapié en todas las...

- Narices!!, grita una comadreja

- Espera eso no rima con derrotas, replica otra

- Eso no, pero esto sí, clausura Hoskins puntapieando las pelotas de la comadreja



P.D: RIP Bob Hoskins (...que un carrusel de dibus te lleven a tu lugar de jolgorio)




jueves, 20 de febrero de 2014

*Agua + azucar + idiotas




El último vistazo a la linde de la selva que abandono.
Juro y perjuro que volveré pronto, que soy un explorador, un periodista... que me entero de qué están tramando esos cabrones y vuelvo para avisar a la selva y a sus criaturas. Me pongo a ello ya mismo.

......

De repente caigo en la cuenta mientros "fumo" de mi cigarro electrónico; yo salí de la selva por algún motivo. ¿Cuál era que no caigo? Ah, sí...  la evolución.

......

Sí, sí, joder, he despertado de mi ignorancia por fin.¡Se acabo la alienación!
Recuerdo mi misión y he recogido pruebas cojonudas en estos años... la voy a liar gordísima.
Me infiltré tanto y tan bien que ya sé cuánto subirá el paro el martes, conozco el nombre de pila de la amante del Papa Francisco y hasta la fórmula de la Coca Cola*.
Es hora de comenzar la fase 2.

......

Estoy seguro de que me persiguen. Casi seguro.
A veces mi móvil se queda encendido muchas horas y eso que no le queda casi batería. Lo hacen para controlarme, porque se me olvida cargarlo siempre y así no hay forma de espiarme correctamente.

Ni siquiera me llega una sola multa de tráfico... es para que no sospeche, y eso que voy a 140 reales por la autovía siempre.
A mí no me la dan que llevo la selva dentro.
Yo capto el olor de las trampas.

......

Esta chica y yo tenemos mucho en común...no somos como el resto de estos subditos de un dios ciego. Es salvaje, como yo.

Un equipo pequeño, de dos personas; pero un equipo igualmente.

Me pregunto cómo sería nuestra vida en la selva. Cazaríamos con armas nuevas, una cabaña con wifi y todo el día follando; no quizás eso no sería exactamente así.

......

La vida salvaje es reproductora y poco más y, sabiendo lo que sé, no puedo traer una vida a este mundo. Ni siquiera a uno selvático.

......

No necesito a nadie, largaos. Soy autosuficiente. La salvación está en mí. En la anarquía sabré cómo moverme. Sere yo y nadie más que yo. Toda la vida preocupándome por ellas, por los vecinos, por aquel estúpido desierto del que salí hace tiempo, mucho tiempo.

......

Este mundo ha sido bueno conmigo, con un traidor como yo. ¿Qué otro mundo acoge a un desertor y le da calefacción y autobuses donde se puede pagar sin mediar palabra con el conductor? Siento que perdí algo importante hace años. Pero realmente este lugar es bonito. Es confortable.
  
......

No me queda nada. No he cobrado suficiente por todos mis servicios; hayan sido los que hayan sido. Casi no me llega para nada más que para paquetes de tabaco y seguros de vida.
Estoy demasiado cansado para informar a la selva de lo que ocurre.

Pero seguro que han mandado a otros cuando yo no regresaba. Seguro que esto les pasa siempre.
Saben lo difícil que es huir de sus garras civilizadas, pero tampoco pueden avisarte.

Si me hubiese ayudado alguien alguna vez.

......

La realidad es real. La imaginación no es del todo nuestra. Amo el pasado porque lo abandoné casi sin fijarme; pero sólo casi.









lunes, 6 de enero de 2014

Inmisericorde





"¡Méteme un corazón en el culo!" gritaba rojo de ira en la tienda de ultramarinos regentada por una familia china. "¡Métemelo, rápido!".
No había nada que hacer, se me había vuelto a ir la olla y ya, durante los últimos años, me negaba a presenciarlo. Me dediqué a disimular mientras miraba el estante de las bebidas alcohólicas que ya no me decían ni mu. "¡O me metes un corazón en el culo u os maldeciré con ponofobia!".

La cara desencajada, llorando como quien vomita en el mejor bar de la noche. La dueña del local arrebujaba la ropa, que yo me iba quitando, sobre el mostrador.
Me di cuenta de que yo llevaba las uñas de los pies bien cortadas, así que loco mis cojones; aquello lo había preparado, seguro.

El hijo de unos cinco años reía y aplaudía, claro, alguien tenía que disfrutar del numerito.
Porque, desde luego, el cliente solitario que bajaba a por una ración de ramen cada noche, y que me placó tirándome al suelo, no tenía pinta de querer ayudarme con mi problema; fuese el que fuese.

"A ver, pardillo, ¿se puede saber que estás haciendo?", me pregunto seriamente cuando me tuvo inmovilizado en el suelo. "Esta gente no ha cruzado el mundo para aguantar tus locuras". "¡No se merecen esto!".

Y entonces ella apareció. Perfecta, a mi juicio. Con el pelo recogido dentro de una capucha ribeteada por borreguillo, la nariz moqueante por el frio de noviembre, las manos ocupadas con un porro a medio hacer. Riendo por algo gracioso que debía haber contado uno de sus acompañantes.

Ninguno se adentró más allá del umbral, sólo ella vino hasta donde yo estaba desnudo de cintura para abajo, con las uñas de los pies todavía fuera de su campo de visión. Me toco la cabeza que aquel maromo metomentodo me estrujaba contra el suelo, me acarició el pelo y soltó un "...ay, pobre" tan tierno que si no me metían un corazón en el culo, lo iba a agujerear. Como desde aquella posición no tenía muchas alternativas opté por lamerle un zapato, rojo, de plástico. Me llevé una ostia del aspirante a policía y una candente risa de parte de aquella reina regente.

Ella llenó una cesta con artículos y le pagó a la china. "Gracias, adios". Y adios. Recobré la compostura de repente. Aparté al gorila egocéntrico de mi espalda y me marché sin compra y sin ropa; en plan digno. Vi que el grupo estaba al final de la calle y giraban la esquina. Recordé el verano en L´Italia que bebí de una fuente directamente desde el pie de una chica francesa, como un vulgar turista. También me vino el masaje lingual  de casi una hora que le practiqué a los talones de una chica sentada en unas gradas y de la que no vi nada más de su anatomía. La vida pasada había sido espectacular, el sol inmisericorde de los recuerdos quizás fuese un añadido mío, pero objetivamente, el pasado se me había dado bastante bien. El ahora era bien distinto, ya no quedaba nada de mí en mí. Dicen que curarse lleva tiempo, pero es mentira. Es enfermar lo que cuesta trabajo.