jueves, 3 de septiembre de 2009

Estado de "tranquilamente nervioso"

¿No te gusta el funcionariado? ¿Crees que podrías vivir sacándote, aún más, las castañas del fuego? Entonces niega el Estado, porque es todo lo "bueno" que te va a ofrecer. ("¿de verdad este cansino va a ponerse anarka de repente, con todo el follón que tiene encima?")

Pues no, mes amis, no me quiero creer anarquista porque exige un carácter mantenido, una entrega total a uno mismo -y al otro, que también soy yo- agotadora y una confianza ciega en unas máximas preciosas y valientes...y es apuntar muy alto y muy lejos.

Mi caso está fuera de todo análisis psicológico y sociológico por despreocupamiento y vulgaridad.

No estoy sindicado en la CNT, no poseo más de 500 euros en mi cuenta ni aún esforzándome, no poseo más que una caja llena de libros y otra de discos que pesan un huevo cada mudanza temporal que me toca, no he estado en más de 15 manis, tres cuartas partes por vacío emocional; y encima, no he ido de cacería de cerdos sitiando sus garitos, estando al otro lado de la mirilla espetando un sincero: "estáis todos muertos"...vamos que mi aportación a cualquier causa que no sea la propia, deja muchísimo que desear.

Pero no os quejéis tanto de los parásitos como yo, porque sí hay una lucha que nos une a muchos y que, poco a poco, va asociándonos sin esforzarnos, sin pintas, sin rencores: la gran unión de los "timoratos".

Repletitos de energías no encauzadas que nos carcomen las entrañas, dados a todos los vicios autodestructivamente liberadores que se nos ponen delante, currelas de oficio que aún diferenciamos entre el que nos paga y el que nos solicita: cooperantes sin norte ni sur, "sacerdotes" de la ciencia, limpiaculos, melómanos de la imagen, tiralineas bipolares, maestras del intento eterno, ateos curanderos del cuerpo, bailarinas con bandeja, llorosas actrices de comedia, barbudos bufones con cresta invisible, amos y señores de la electricidad (despèrdiciada por gente sin talento) y demás entregados y entregadas a la causa, sin oportunidades de evitar lo que les sale de las entrañas, con una fecha de caducidad emocional bajo aviso y unas ganas terribles de seguir dando el callo; a falta de playas idílicas en paraisos socialistas.

Lo que hay es un mensaje subliminal en cada sonrisa



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