
Compro todo tipo de retratos, a ser posible al estilo de Fernando de Felipe (un cabrito increible de los que a veces da Zaragoza).
Y se aceptan acuarelas; ni que decir tiene, L. Porque vivimos en la época de la tecnología y eso al final pesa sobre lo demás: el teatro es una mierda y los ensayos que hacemos en la calle son eso, ensayos.
Porque la mala leche se diluyó cuando Marylin Manson no se bautizo como Sharon Tate Manson, y desde ahí a vivir del cuento en las universidades tonto sí, tonto no.
A día de hoy, el modelo humano factible es Phineas Gage y no Jim Carroll; algo que me jode.
A lo mejor, nuestros entierros incluirán la búsqueda en google y en youtube de nuestro nombre, las búsquedas en foros de toda índole con nuestros nicks (o como se diga) y un recopilatorio de caiditas para terminar que siempre gusta (aunque a mí que me pongan un recopilatorio de bloopers de la NBA).
Nuestros devaneos por páginas porno quedarán en el anonimato porque, repito, nos descuidamos a la hora de hacer daño con la palabra en un mundo-expendedora.
E intento no sentirme otro Clint Eastwood aferrado a la escritura y a las formas, otro perro viejo déspota, fascista.
Porque si me sincero, también me maravilla vivir la entrega de las armas a los pies del César.
Me aclimato rápido a las desgracias, me temo; pero me hubiese gustado tener a alguien con quién hacer frente al mundo. El mismo motivo para darle la razón de todo a Polanski.