miércoles, 13 de febrero de 2013

Releyendo a los clásicos XIV







No quiero saber, ni siquiera predecir lo mínimo. Saborear en mi caso es cerrar los ojos, sacar la lengua y cruzar la autovía de lado a lado. Con suerte acabaré metiendo la lengua por tu ventanilla pasando a 120 kilómetros por hora. Eso debe ser de lo que todos hablan. Y con menos no me conformo.

Me da lo mismo que arrastres sapos y culebras, demonios y abandonos. A esa velocidad, todo sabe bien.
Además las cunetas están llenas de perros y conejos que han fracasado en lo mismo.

"Hay en cada hombre un animal encerrado en una prisión, como un forzado, y hay una puerta: si la entreabrimos, el animal se precipita fuera, como el forzado, encontrando su camino; entonces, y , provisionalmente, muere el hombre; la bestia se conduce como bestia, sin ningún cuidado de provocar la admiración poética del muerto"
                                                                                                                    Georges Bataille  (1897-1962)
                                    

Tus labios, mal perfilados por la prisa y la obligación, están pidiendo a gritos salir a respirar. Yo, que no soy profesor ni en mantenerse con vida, lo único que pongo sobre el tapete es mi admiración. Pero no es todo lo que soy.