viernes, 2 de octubre de 2009

Gracias, perdóname



Y volvimos a casa. E hicimos, de un viernes, domingo; o eso creo. Debe ser inquietante tenerme en tu cama comenzada ya la tarde, roncando como un ágora de primavera y con brummel destilado en mil pucheros. Perdóname eso.
Y comimos lo cocinado. Y bajaron los biorritmos a marchas forzadas (ultimamente los recargo con un multicargador de los chinos) Pero controlando la despedida, que ya somos senior.
...me encontré donde siempre: agarrado a mi propia cola, al más puro estilo Gattaca pero sin andarme con remilgos de borrar ninguna huella.

E intento escribir algo que no me esté pasando ahora, como debería hacer un buen cronista. Porque, ¿a quién le interesa leer lo que ocurre hoy cuando puede vivirlo?
Quizás un apunte, sólo para dar contexto: bien cubierto por Frank Serpico, un Mucho Muchacho en cada nalga, café de empalmada y a toboganear por las calles buscando una taquillera de teatro con el morro de Ava Gardner (literal y figurado).


(Y gracias por no cambiar tanto como te crees
...perdóna que te lo diga)





No hay comentarios:

Publicar un comentario