viernes, 9 de octubre de 2009

Cazador blanco, corazón negro


En no sé que pueblo de la península merodeaba una leona; eso la gente del pueblo lo tenía clarísimo. Sin embargo, tras el aviso, un helicóptero y tropecientas unidades allí enviadas no habían captado rastro alguno de animal alguno de la sabana... EXCEPTO tres ejemplares, propiedad de una finca privada con los papeles en regla.
Más allá de analizar los motivos que llevan a ser propietario de leones, me decanto por deducir que fue este señor y sus mascotas lo que alimentó la leyenda entre los del pueblo.
¿Unos vecinos dados a la imaginación, el líbelo... y de vez en cuando unas goticas?
En absoluto, la prueba esclarecedora: un container de pollos muertos que había sido "desvalijado" por esta reina de la selva.
En una rápida respuesta, varios especialistas en la captura de osos bajaron de los Pirineos (de lo que una mente privilegiada como la mía deduce que el dichoso pueblo no se encontraba en los mismos Pirineos) cuando vieron la señal establecida en los cielos: el oso panda de Adena.
Contextualizo: esto lo leí en el periódico tomandome el café; puro periodismo de investigación.

La misma escena, 72 horas después (quiero decir, yo tomando el café y haciéndome el intelectual); la bestia había sido abatida, sólo que en realidad no era una leona, la amenaza carroñera de pollos era un perro asilvestrado, mezcla de razas consideradas peligrosas que hacen las delicias de los hombre-quad que llevan el pelo a lo cenicero. Supuestamente, su dueño se había hartado del animal y lo había ddejado en el monte para que muriera. Pero el terco animal había dado con un container que le mantenía con vida (fue abatido junto al container, al parecer no pretendía abandonar la esperanza de supervivencia)



La operación ha costado 100.000 euros por apenas tres días de trabajo muy cuestionables. Pero para que está el dinero si no es para disfrutarlo, eh.

Me achicharro el cerebro intentando sacar una moraleja que justifique la chapa de leerse esto, de que yo me lo haya leido también... si acaso un chiste final, cutre, barato.
Y entonces vislumbro unos ojos abyectos en la oscuridad, donde retumba una respiración prehistórica; localizada en un avión a 12.000 pies que retorna a los Pirineos con una tripulación compuesta por 6 hombres fornidos que no han visto en su vida un león real, tan real como la camada de cinco grandes felinos que llevan a bordo de polizones. Mientras el extravagante millonario que colecciona animales salvajes se aplaude lentamente en su sillón de chamán después de un trabajo bien hecho.
Proxima parada: Ainsa.


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