martes, 22 de septiembre de 2009

Aquí se viene llorado

"Todos los cementerios del mundo están llenos de gente que se consideraba imprescindible"; George Clemenceau (1841- 1929)


Sigo aquí. Aún no se ha terminado, al parecer. Hoy he estado en una conferencia sobre la eutanasia (muerte digna, buena muerte, suicidio asistido...) aunque la idea que me sobrevolaba todo el rato no era la legalización de la eutanasia, sino sobre la despenalización del suicidio ( a sabiendas de que la carga punitiva legal sobre un intento fallido de suicidio es mínima...bastante tiene ya haberlo intentado y fallar, amén de fracturas, físicas y emocionales que acompañan un serio intento de matarse).




Entonces he caído que tampoco sería la regulación del suicidio lo que nos faltaría, sino la despenalización del asesinato "de manera altruista, generosa y como acto de amor".
¿Estaré desvariando? Seguramente no. ¿Quién es tan ignorante de pensar que el asesinato no puede ser solidario o altruista?


Una vez que, en ese universo bajo mis leyes, el asesinato ha encontrado su posición, me doy cuenta de una última cosa: todo sigue como al principio... pero mejor; y no es por la aportación de la muerte asistida, sino por la continua despenalización de la actividad humana a la que lo someto.






El fin de la sociedad es la libertad, dicen los ricos...libertad como despreocupación para con el resto.

El fin de la sociedad es la igualdad, dicen los comunistas...igualdad como búsqueda de la redistribución de las oportunidades. Y me parece poco.

El fin de la sociedad es la justicia, decía Rawls...justicia ante la que el logro de uno se lega a todos y ante la que todos los actos "justos" se defienden en leyes.
Coño, aplaudo por eso...

...Ahora empieza el dolor de "alma", ¿hay algún médico no-cristiano en la sala?




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