domingo, 10 de julio de 2011

Un barril lleno de serpientes



Miro la pared porque en la pared están los agujeros de gusano.
O ellos me miran a mí y yo sólo reacciono para luego decir en voz alta: "¡bastante bien, ostia!".

Y a veces están los amigos sólo que bien chavalillos, y corren tras un balón o en dirección contraria a una chica. Otras es mi padre empujando de puta pena el columpio, como si con poco me fuese a romper; como si no quisiese romperme ya entonces.
Lo mejor es cuando me cruzo con la nariz más respingona de mis sueños de juventud y se mete a la piscina para que la folle a aguadillas. Así podría pasarme horas, pero nadie me deja tranquilo mientras adoro el bañador más rojo que podáis imaginar.
Porque la verdad, es que si no hay gente, no hay agujeros de gusano.

Porque yo solo delante de la pared es solamente yo y una pared, y cosas estúpidas no hago.
Sólo me pillo por la pared cuando me recordáis sin saberlo una escena en la que con doce años me digo: "buah, cuando me pase esto sabré qué hacer", y ahora está pasando y me escondo de ese niño tan broncas.

También os digo que me lo habéis dado todo; aún incluso sin querer, porque he estado avispado, por mi manía de dormir el último o porque os lo pasásteis bien conmigo y punto y ahora me buscáis por el infinito cosmos a través del tiempo y del espacio para recordármelo...como si hiciera maldita la falta.

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