martes, 5 de octubre de 2010

No puedes querer a tanta gente



Siempre da la sensación de que "se acaba de empezar a vivir". Y dejas de atender a quién está hablando, y olvidas los planes que ya habías hecho. Y te ves gordo o calvo o feo. Cómo si estar delgado y tener una polla de 30 centímetros fuese a cambiar algo.

Y entonces recuerdas que quieres hacer ese trío con ellas. Por la necesidad de trascender a través de tu obra.
Para que dos se miren y sepan que estuvo bien o mal -¡qué curiosidad!- pero, sobre todo, para saber que dos me han compartido.

Lo de que luego empiecen una relación lesbiana de varios años ya sería para nota, pero me conformo con el momento de despertar, a media noche, con la pierna de una trepándome la cadera y el culo de la otra encajonado en mi estómago, apartar los trozos sin cuidado alguno y marcharme de allí; sólo después de haber dejado dos vasos de agua y dos servilletas sobre la mesilla.

Así que claro, una idea lleva a otra; me despisto en una trama continúa de mi propia disolución, que responde únicamente a un instinto masculino de preñado masivo, y deseo que trasplanten todas mis partes, al menos, a diez donantes diferentes. Sin maldiciones ni nada de eso. Sólo la idea de salpicar con lo mío.

A uno la cornea, un riñón por aquí, otro para alguien mucho mayor que yo; la parte de la polla que sea trasplantable pues también, no sé, quizás la próstata, por lo menos. Pero el corazón que no se lo den a nadie....
No por romanticismo mal entnedido, simplemente es que lo mío es molestar, no infectar. El corazón que lo quemen en la papelera del quirófano, algo rapidito, algo merecido.

Y por último, el apoteosis final. Ser enterrado sin caja ni ostias. A pelo y desnudo completamente.
Y a ser posible bocabajo. Uno: porque bocabajo es una palabra mágica.
Dos: Porque si resulta que es una catalepsia y a pesar de estar mutilado por dentro y por fuera y sin corazón con el que vivir, no estoy muerto de verdad; así excavaré con las uñas en la dirección equivocada. Vivir dos veces me parece demasiado. Y aunque me atrae la idea de viajar por el globo reclamando mis órganos sustraidos, no soportaría que esa sensación de que "acabo de empezar a vivir" se convirtiese en una hipérbole.

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