sábado, 27 de marzo de 2010

The ponies run, the girls are young



En esta ciudad no existe el ardor. Aunque las hogueras ayudan, sólo de tu energía interminable puedes fiarte. Todo lo demás lo has imaginado así.

Y en la calle, reinterpretar los susurros del viento (cuando lo hay) y calibrar la tonalidad del sol (con los ojos abiertos) cuando cae la noche.

En un mundo en el que los sin hogar no se acurrucan juntos
no puedes esperar entender muchas cosas; ni pretender poder alguno.

Sobrevivir a la avalancha es una exigencia del guión, una criba por resolver.
Y de la misma manera en que te internas en el mar sin nada en los bolsillos tienes que separar la cara tras el siguiente beso. Créeme.

Tú que quieres aprender a vivir debes olvidarlo todo,
morir varias veces, hasta que salga bien;
hasta que vuelvas a dudar si no será
que eres inmortal, que eres el cronista.

3 comentarios:

  1. ... Vives tu vida como si fuera real
    a un millar de besos de profundidad

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  2. Limitados al sexo, nos apretamos contra los límites del mar,
    vi que no quedaba más océano
    para los traperos como yo.
    Lo hice en la cubierta delantera del barco,
    bendije los restos de nuestra flota.
    Y entonces consintió en ser hundido
    a un millar de besos de profundidad.

    Los potros corren, las muchachas son jóvenes,
    las desigualdades están allí para golpear.

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  3. Después de Cohen no habrá nada. Nos quedaremos con el culo al aire como los monos de 2001.

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